miércoles, 10 de julio de 2024

Hamlet en el San Martín (obra de teatro)


 Domingo en el San Martín 

Por Verónica Haydee Silva



Las luces se encienden, en calle corriente...se llena de gente que viene y que va....

 Día gris y sereno. 

Nos preparábamos para ir con mi hijo, Dani, al teatro San Martin a ver la obra de teatro Hamlet. Estábamos ansiosos y expectantes, por ese motivo, salimos temprano de casa. Durante el viaje encontramos a Mariano, un compañero que también se dirigía hacia allí, luego vimos subir al mismo autobús que nos transportaba a Milagros, Rocío y Laura. Todos íbamos hacia el mismo lugar. Entre risas y charlas comentábamos la obra. Entonces, el viaje se transformó en algo placentero. Después de media hora, llegamos a destino. La avenida Corrientes era un sin fin de personas que iban y venían como invitándonos a que hiciéramos lo mismo. De repente nos encontramos con una multitud bulliciosa y envuelta de flashes, eso nos indicó que habíamos llegado a destino. 

 Llegó el momento más esperado, entrar al teatro. El encuentro que tanto anhelábamos estaba próximo. Subimos a la sala todos en silencio, nos ubicaron en los asientos mientras se escuchaba el murmullo de la gente. De repente se apagaron las luces y el escenario se iluminó. La obra comenzó y las miradas estaban puestas allí. Aparecieron los guardias, el espectro, Horacio, el rey, la reina, etc. Pero estoy casi segura de que todos esperábamos a él…a Hamlet! Y así fue, sentado en el escenario y sin emitir sonidos en los primeros minutos, nos conquistó con su gesticulosa actuación. El tiempo corría y la obra se desarrollaba ante las miradas estupefactas de cada espectador. De repente me quedé pensando mientras miraba la escena en donde Hamlet, para desenmascarar al rey, les ofrece una obra de teatro a la familia en donde, en pocas palabras, relata la misma secuencia de como envenenaron a su padre hasta llevarlo a la muerte. Ese relato enmarcado es un hallazgo, pues uno se encuentra sentado mirando la obra y ellos en el escenario también sentado mirando su obra. Una genialidad shakesperiana en pleno Buenos Aires. Luego de tres horas y, con dos intervalos de diez minutos cada uno, Hamlet llegó a su fin. Los actores salieron una y otra vez para recibir los aplausos del público. Furriel, el protagonista de dicha obra, muy sonriente saludó y hasta respondió con un ademán los gritos de las chicas que les demostraron su admiración. 

Lugo de unos minutos, salimos del San Martín fundiéndonos entre la multitud de la ciudad que, a pesar de la hora, aún seguía despierta. Dani iba pensativo y silencioso, tal vez recordando aquel verano cuando leyó la obra por primera vez. Yo acompañaba ese silencio y de vez en cuando lo miraba con complicidad.

Fin de la noche...moscato, pizza y fainá...

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