El 25 de junio de 1978 nuestro
país, futbolísticamente “tocó el cielo” ganando su primera copa del mundo ante
el triunfo por 3 a 0 a Holanda. El fútbol fue un circo armado y maniobrado por
los militares para la perfecta distracción del pueblo mientras ellos realizaban
su propio juego.
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Clementina Muñoz
aquella tarde de invierno jugaba en la vereda mientras saludaba a cada uno de
los invitados que iban llegando a su casa. Éstos, entraban por uno pasillo el
cual los conducía directamente a un galpón .Su padre, representante del Frente
Izquierda Popular, hacía allí sus reuniones clandestinas junto a varias
personalidades: políticos, médicos, artistas, etc. Pero ese día dejaron por un
rato la militancia para convertirse en espectadores de un acontecimiento único
e irrepetible: “La selección Argentina a punto de ser profeta en su propia
tierra”
Clementina, como
todas las semanas en el día de las reuniones, sé quedó con su madre en la casa
ubicada en la parte delantera del terreno, allí mientras su progenitora tejía,
ella jugaba con su TIKI –TAKA. Comieron, hablaron y rieron mucho viendo a Los tres chiflados, de vez en cuando, se
asomaban y miraban hacia el galpón donde solo se podían ver las siluetas de los
invitados saltando y festejando. Todo era una eufórica fiesta.
17:20 PM(…) Tarantini
toca la pelota para Bertoni (…) suena el timbre en casa de los Muñoz,(…)Bertoni abre a su derecha para Kempes(…)la
mujer sobresaltada se asoma a la puerta(…)“El matador” sale corriendo dejando atrás
una camiseta anaranjada(…) dos hombres robustos la sujetan por los brazos
(…)En el borde de la medialuna del área
deja la pelota nuevamente para Bertoni(…) una persona encapuchada toma de la mano a la niña(…)Bertoni la devuelve de primera haciendo que
la pelota golpee en la parte superior del cuerpo de Kempes y quedándole detrás
(…) la conduce, junto a toda la gente que se encontraba en el galpón ,hacia
la calle, metiéndolos de inmediato a unos autos negros que simulaban ser parte
de la caravana del festejo, púes llevaban en su capot bocinas y banderines
albiceleste(…)Se produce un extraño
choque entre Kempes y Bertoni, este ultimo logra retener la pelota y a último
momento evita que una “naranja mecánica” robe el esférico(…) el galpón
seguía hermético como todas las semanas(…)Bertoni
saca un derechazo que infla la red del arco neerlandés (…) nadie escuchó
los pedidos de ayuda desesperados de la mujer(…)GOL argentino, el Monumental explota, el país explota ,no hay lugar en
la argentina donde no se sienta la pasión(…)el galpón en silencio, quizás
el único lugar donde no se festejó a la Argentina campeona del mundo por
primera vez, quizás el único lugar del país donde se oyeron llantos que no
fueron de felicidad.
La niña, al salir de
la casa atinó a mirar a su alrededor, todos los vecinos gritaban exaltados:
Argentina!..Argentina!...Argentina!, pero de pronto la distrajo un portazo, una frenada, un camión lleno de
hinchas, las calles desbordadas. Don Cholo, el churrero, envuelto en la bandera
con los colores del seleccionado argentino, Marta, la señora del quiosco,
saltando con sus nietos, todo el barrio estaba en la calle. Clementina observaba
a través de los vidrios oscuros del automóvil pensando que al final del camino
se reencontraría con sus padres. Pero le llevó tiempo darse cuenta que eso
sería imposible; su rapto no era parte del plan sino más bien fue un castigo
malicioso hacia su padre quien no sufriría la misma suerte de su hija, ya que
él no tendría tiempo para pensar en su familia, ni siquiera para volver a ver
la luz del sol.
El tiempo siguió
rodando, y las heridas se agrietaron más aún, Clementina iba creciendo y con
ella los recuerdos borrosos y hasta posiblemente inexistentes. La mirada
cavilante de su madre al verla partir con aquellos hombres, el desconsuelo por
no haber pedido ayuda al salir de la casa, la atormentaba, pero también era
consciente que nadie la hubiese escuchado
porque aquella noche todos tenían las miras puestas en el Monumental
junto a Kempes y a Bertoni, los héroes de la gran final.
Hace un tiempo
volvió al lugar de los hechos, o creyó que era ése el lugar, interactuó con
algún vecino pero nadie la recordó y tampoco a su familia. Caminado por la
vereda, acongojada y cabizbaja, escuchó una gran algarabía y cuando miró hacia
la esquina, vio a un camión lleno de gente festejando y gritando:
Argentina!...Argentina!...Argentina!!
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Hoy a 46 años
del hecho, yo, Clementina Muñoz, sigo con mi alma desierta, no he podido
renunciar a los recuerdos ni al dolor. Soy la
niña de 4 años que sueña en abrazar a sus padres y a seguir jugando al
TIKI-TAKA mientras veo a mi madre tejer sentada en el sillón.
Me emociono..💗
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