Martin Fierro 1ra.
Parte. La ida:
El
gaucho Martin Fierro decide contar el comienzo de sus desgracias. Recuerda la
época en que vivía en su rancho con su mujer e hijos, y era feliz pese a los
duros trabajos que realizaba para subsistir. Pero un día en que se encontraba
en la pulpería, un juez de Paz lo recluta a la fuerza y envía a la frontera.
Luego tres años, logra huir del fortín y regresa al pago. Allí encuentra
abandonado su rancho y descubre que su mujer se ha ido con otro hombre y sus
hijos trabajan en una estancia como peones. Sin familia, ni rancho, ni dinero,
una noche se entera de un baile y, desolado decide ir. Al ver entrar a una
mujer morena con su pareja, le hace una chanza. La mulata se ofende y Fierro
termina trenzado en duelo con el compañero de la mujer, a quien mata. Convertido
en gaucho desertor y matrero, se ve obligado a escapar de la justicia y
refugiarse en la pampa.
Martin
Fierro 2da. Parte. La vuelta:
Conscientes de que serán perseguidos por el
enfrentamiento con la partida, Fierro y Cruz deciden huir juntos al desierto
para vivir entre los indígenas. Al inicio de “La vuelta”, ya se encuentra en
las tolderías mapuches. Allí, Cruz muere de viruela y Fierro conoce a una mujer
criolla, prisionera de la tribu, que es maltratada. Luego de un enfrentamiento
con un aborigen en el que este muere, huye con la “cautiva”, a quien deja a
salvo en una estancia. En esos días vivirá junto a un personaje del que aprenderá
algunas cosas sobre la vida, el viejo Vizcacha. Tras la muerte de este último y
nuevamente solo, sigue camino hasta que accidentalmente encuentra a sus hijos,
Para luego separase nuevamente.
El gaucho: función social y política-
Tanto en las Invasiones Inglesas como en la lucha por la Independencia
nacional, los gauchos dejan su impronta en la historia argentina. Son
precisamente estos hombres de campo y los esclavos quienes integran la
infantería del ejército patriota. Aunque
son reclutados a la fuerza –este procedimiento se denomina leva-y
menospreciados por los realistas e incluso por sus compatriotas, esto no opaca
su fervor por la causa de la Independencia. Con la guía de San Martin y Güemes,
demuestran sus garras y su coraje derrotando a los ejércitos realistas,
formados por soldados entrenados.
Superada esta instancia, su condición empeora. Durante el gobierno de
Rivadavia son confinados a la defensa de la frontera sur de la provincia de Buenos
Aires con el aval de la Ley de Vagos y Malentretenidos.
Más adelante, a partir de la
etapa de la organización nacional, el gaucho es
progresivamente marginado
mediante un sistema económico que distribuye entre unos pocos hacendados
grandes extensiones de tierras destinadas a la agricultura, actividad que
resulta más redituable para el comercio exterior.
Con la confiscación de la tierra a los pequeños propietarios, muchos de
ellos pasan a desempeñarse como mano de obra barata temporaria en las haciendas;
y, además ven coartada su libertad porque se recrudece el estricto control
sobre sus desplazamientos. Sumado a esto, el alambrado creciente de los campos,
el tendido de vías del ferrocarril y los postes del telégrafo, así como la
presencia del gringo que compite como mano de obra más calificada para las tareas de campo, modifican
drásticamente su forma de vida. Quienes no se adaptan a la situación de peón de
campo dependiente de la autoridad de un terrateniente, se ven condenados a la
persecución constante de la justicia.
Durante las presidencias de Alsina y de Roca, se realizan sucesivas campañas para ganar territorios ocupados por los indios. Esto constituye un golpe más en la dura vida del gaucho, quien-bajo el amparo de la Ley de los Malentretenidos –es arrestado con cualquier pretexto y obligado a defender los fortines y a participar en la guerra contra el indio para apropiarse del desierto.
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